Ser captadora de socios de ONG es el típico trabajo parche que te saca de apuros cuando estás estudiando la carrera. Aún así, con 31 años, en paro, con una licenciatura en periodismo y con una crisis de por medio, nunca es una opción desdeñable. Mucho mejor que limpiar retretes o ser teleoperadora, donde va a parar. Sin embargo, lo que la mayoría de la gente ignora es que en ocasiones puede ser arriesgado para la salud física y mental. En primer lugar, porque además de estar sometido a una gran presión comercial para cumplir los objetivos semanales marcados (lo que te convierte en el protagonista de tu propio reality-show), tienes que tener la suficiente fortaleza física para no caerte mientras persigues a tus víctimas. Además tienes que ser un poco actor, saber mentir y fingir en el momento oportuno. Tener el aguante psicológico para creerte tu discurso, y además, ser capaz de manipular convenientemente la mala conciencia ajena para lograr tus fines lucrativos. Después de contar las miserias humanas mundiales, puedes convertirte en el psicólogo improvisado de algún viandante, que no vive en el “tercer mundo”, pero que está en el proceso imparable de entrar a formar parte del “cuarto mundo”. Puedes pelearte y llegar casi a las manos con un insensible incrédulo, que te acusa de ser el representante de la nueva trata de esclavos del siglo XXI, o simplemente suplicar en medio de la calle, para que alguien se apiade de ti y se haga socio para salvarte el culo, al menos una semana más, al puro estilo “Gran hermano”. Quitando todo estos pequeños detalles, es un trabajo al aire libre, te permite conocer la fauna humana y trabar amistades con las estatuas vivientes que trabajan por la zona. Todo ello por un sueldo mísero, pero digno, eso sí.
4 comentarios:
Ey, qué bueno que te hayas decidido a contar estas cosas, tan bien contadas, por cierto!!! muy ácido análisis. Espero la próxima entrega!
Uff!
Un abrazo.
Carolina/
maravillosas letras salen de tu alma de poeta
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