jueves, 26 de marzo de 2009

La Jaula de las Fieras

Los colores vivos de los cuadros “fauvistas”, lejos de arañarse los unos a los otros como las fieras, convivían armoniosamente en aquel espacio enmarcado por las fronteras entre la ficción y la realidad. Su bestialidad consistía en un trazo luminoso y contundente, alejado de la moderación y de lo estrictamente correcto.
Ser incorrecto en una sociedad marcada por las tradiciones y las ataduras de lo real era estar loco de atar o ser una fiera.
Maurice de Vlaminck lo sabía, pero no le importaba. No era un académico, más bien al contrario. Se consideraba un autodidacta amante de las escenas cotidianas de su entorno. Su pincel podía captar el apacible y el sencillo respirar de los pueblos que prosperaban o languidecían a las orillas del sena, o bien retratar naturalezas muertas, que con sus colores resucitaban a golpes de pasión pictórica.
La sensación de movimiento a través del color, así como el estudio de los reflejos en el agua se convirtieron en una característica de su obra.
Cuando en 1905 presentó sus cuadros junto a Matisse en el Salón de Otoño, aquellos cuadros con dientes de colores mordieron la realidad y reinventaron un mundo propio. Aquel salón se había convertido en una Jaula de Fieras. Había nacido el fauvismo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Virginia! Gracias por comunicarte. Me agrada tu Blog y tu actividad como periodista literaria. Hay mucho y un muy seleccionado material para leer, cosa que haré poco a poco. Coincidimos con Cinema aradiso, La Reina africana, Muerte en Venecia, El gran Gastby, verdaderas joyas del arte. Me atrae la pintura Fauvista y la Expresionista, he tenido etapas en mi pintura con estas tendencias. Ya estás en mi Blog.
Cordialmente, Norberto.

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