Los colores eran para Kandinsky lo que las notas para los músicos: una herramienta abstracta y potente para llegar de lleno a las emociones del espectador. Las líneas, las curvas y los colores se convirtieron para el pintor en una sinfonía donde predominaba el instinto y la sensibilidad. Sin duda, al igual que Kandinsky, los artistas de lo invisible y lo intangible de principios del siglo XX supieron ver en el arte una herramienta para llegar más allá de lo figurativo. En su arte imperaba ante todo la irracionalidad y el lirismo subyacente tras las emociones. En ese sentido, Kandinsky fue el gran maestro de la abstracción y el que realmente asentó las bases de un expresionismo que buscaba en las formas un significado puramente emocional capaz de impactar en el alma del observador. Dicha investigación quedó reflejada en su libro “De lo espiritual en el arte”, publicado en 1910, que buscaba ante todo establecer una teoría capaz de justificar y dar credibilidad al nuevo movimiento pictórico del que fue precursor.
Los títulos de sus obras dejaron de ser referenciales y descriptivos tal y como siempre se había establecido para dar paso a auténticos ritmos musicales del color. A través de sus cuadros el pintor pretendía llegar a escenificar el sonido, creando así una composición musical incapaz de dejar indiferente al observador, hipnotizado por un universo complejo a la par que caótico-armónico.
De esta forma, hay que destacar la existencia de diferentes etapas a la hora de observar sus obras: Impresiones, Improvisaciones y Composiciones, términos que diferencian tres grados diferentes a la hora de percibir la realidad: En la impresión Kandinsky reproduce elementos casuales, en la improvisación su intención es la recreación de una fantasía, mientras que el tercer y último grado tiene por objetivo fusionar la fantasía y la realidad, alcanzando la plenitud y por lo tanto el reconocimiento del espíritu de una obra, que él denomina la Composición.
Lo más interesante de este pintor es la función que otorga al arte, un pensamiento innovador y revolucionario en su época, y que se alejaba de la función meramente representativa de la realidad. Para Kandinsky el arte era una herramienta no sólo capaz de transmitir emociones sino también capaz de enseñar a pensar y descubrir lo espiritual en lo sólido. A través de los simbolismos quería otorgar al arte un sentido trascendental y al mismo tiempo universal.
De esta forma, hay que destacar la existencia de diferentes etapas a la hora de observar sus obras: Impresiones, Improvisaciones y Composiciones, términos que diferencian tres grados diferentes a la hora de percibir la realidad: En la impresión Kandinsky reproduce elementos casuales, en la improvisación su intención es la recreación de una fantasía, mientras que el tercer y último grado tiene por objetivo fusionar la fantasía y la realidad, alcanzando la plenitud y por lo tanto el reconocimiento del espíritu de una obra, que él denomina la Composición.
Lo más interesante de este pintor es la función que otorga al arte, un pensamiento innovador y revolucionario en su época, y que se alejaba de la función meramente representativa de la realidad. Para Kandinsky el arte era una herramienta no sólo capaz de transmitir emociones sino también capaz de enseñar a pensar y descubrir lo espiritual en lo sólido. A través de los simbolismos quería otorgar al arte un sentido trascendental y al mismo tiempo universal.
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