Como sabéis, hoy por hoy trabajo como documentalista en una empresa. De alguna manera hago parte del engranaje cultural de la empresa, puesto que me encargo de gestionar y custodiar la documentación que ésta genera. Es la llamada gestión del conocimiento, que consiste en evitar que se pierda información una vez que los trabajadores abandonan su puesto de trabajo para encaminarse a otro. De esta manera, su bagaje y experiencia quedan registrados en el sistema como una fuente valiosa de información, que impediría en un momento dado volver a cometer los mismos errores, o que serviría para que la empresa siguiera progresando y evolucionando, más allá del punto donde el trabajador lo dejó.
De alguna forma me hace pensar en los puntos comunes que este hecho tiene con el periodismo cultural, el más apasionante y variado, según mi opinión. El periodismo cultural no sólo abarca el mundo de la literatura, el espectáculo, el cine, el arte, la música... es mucho más que todo eso.
La cultura es el conjunto de tradiciones y las distintas formas de entender y afrontar la realidad por un conjunto de personas, según su historia y lenguaje o lenguajes. La cultura es hablar de antropología, porque las distintas sociedades entienden la realidad de forma muy diferente, según sus recursos económicos, ubicación geográfica, educación e historia.
La era de la tecnología en la que vivimos ha sido crucial y un punto de inflexión en la manera de concebir la cultura. La revolución que ha supuesto la aparición de Internet ha acabado con las fronteras en el mundo de la educación y la información. Este hecho nos ha recordado que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, pero al mismo tiempo y paradójicamente, en un mundo donde las desigualdades se hacen cada vez más patentes, en función de quién tiene acceso a la información, y de cómo es capaz de asimilarla e interpretarla.
El mundo occidental comparte una serie de valores comunes tecnológicos cada vez más sólidos, y de alguna forma estamos asistiendo al nacimiento de una cultura de lo tecnológico, que en ocasiones nos esclaviza y otras nos proporciona posibilidades ilimitadas de conocimiento, en función de nuestra capacidad para digerir y escoger la información que más nos interesa.
El periodismo cultural abarca pues, según mi opinión, también el ámbito de lo tecnológico y lo científico y no se remite solo al campo de las humanidades y de las artes, tal y como siempre se ha concebido. Uniendo la cultura e Internet podemos acercarnos a lugares recónditos, conocer las noticias más actuales y candentes del momento. También es una forma de expresión distinta, mucho más libre y donde es posible la crítica y la protesta, así como la defensa de nobles causas.
El periodismo cultural tiene que ser el más cercano al pueblo, puesto que la cultura habla del estado de la sociedad, de si se encuentra más o menos enferma, de si progresa o se queda estancada. Ahora queda por reflexionar sobre que tipo de gente se preocupa por la cultura, y si de alguna forma el capitalismo ha hecho de la cultura un objeto más de consumo, sin concederle su valor real para la construcción de una sociedad sana que necesita de la reflexión y la evolución del pensamiento. Algo que en parte es posible gracias a la comunicación de un hecho cultural concreto.