jueves, 22 de febrero de 2007

La ciencia del sueño, entre la ficción y la realidad (Article dedicat a la dolça Noe)

Lo onírico y la realidad se entremezclan en clave de comedia en la nueva película de Michel Gondry, un mundo demasiado rudo y grotesco en el que los pequeños microcosmos de los personajes consiguen aunarse finalmente en uno solo. Se trata de un contexto en el que las frustaciones personales y laborales hacen más necesaria que nunca la invención y la imaginación para sobrevivir. Es el afán por el sueño y la invención lo que une a los dos personajes principales, interpretados por Gael García Bernal y Charlotte Gainsbourg.
El sueño se convierte en esta película en un impulso suficientemente intenso como para llegar a trastocar la vida de sus personajes. De estética rompedora y artesanal la película en si misma se convierte en un teatro de cartón piedra, plastelina y papel de celofán donde todo es posible. El mundo interior de Stéphane pide a gritos una compañera que le permita huir a lomos de un corcel de peluche hacia un paraíso conjunto, donde sea posible encontrar bosques que flotan sobre un mar de celofán y donde existan máquinas del tiempo que permitan retroceder y avanzar tan sólo un segundo en la vida de alguien.

Unidos en la realidad a través de los sueños los personajes salen a flote, se entusiasman, se hacen cómplices y juegan al encuentro y al desencuentro. Una vez más, se desmitifican las catástrofes a través de la burla y se hace un guiño al espectador, invitándole a sonreír y a contagiarse de la locura de los personajes así como a huir de la monotonía y del conformismo.

martes, 20 de febrero de 2007

Kandinsky: Lo espiritual a través de los colores

Los colores eran para Kandinsky lo que las notas para los músicos: una herramienta abstracta y potente para llegar de lleno a las emociones del espectador. Las líneas, las curvas y los colores se convirtieron para el pintor en una sinfonía donde predominaba el instinto y la sensibilidad. Sin duda, al igual que Kandinsky, los artistas de lo invisible y lo intangible de principios del siglo XX supieron ver en el arte una herramienta para llegar más allá de lo figurativo. En su arte imperaba ante todo la irracionalidad y el lirismo subyacente tras las emociones. En ese sentido, Kandinsky fue el gran maestro de la abstracción y el que realmente asentó las bases de un expresionismo que buscaba en las formas un significado puramente emocional capaz de impactar en el alma del observador. Dicha investigación quedó reflejada en su libro “De lo espiritual en el arte”, publicado en 1910, que buscaba ante todo establecer una teoría capaz de justificar y dar credibilidad al nuevo movimiento pictórico del que fue precursor.



Los títulos de sus obras dejaron de ser referenciales y descriptivos tal y como siempre se había establecido para dar paso a auténticos ritmos musicales del color. A través de sus cuadros el pintor pretendía llegar a escenificar el sonido, creando así una composición musical incapaz de dejar indiferente al observador, hipnotizado por un universo complejo a la par que caótico-armónico.

De esta forma, hay que destacar la existencia de diferentes etapas a la hora de observar sus obras: Impresiones, Improvisaciones y Composiciones, términos que diferencian tres grados diferentes a la hora de percibir la realidad: En la impresión Kandinsky reproduce elementos casuales, en la improvisación su intención es la recreación de una fantasía, mientras que el tercer y último grado tiene por objetivo fusionar la fantasía y la realidad, alcanzando la plenitud y por lo tanto el reconocimiento del espíritu de una obra, que él denomina la Composición.

Lo más interesante de este pintor es la función que otorga al arte, un pensamiento innovador y revolucionario en su época, y que se alejaba de la función meramente representativa de la realidad. Para Kandinsky el arte era una herramienta no sólo capaz de transmitir emociones sino también capaz de enseñar a pensar y descubrir lo espiritual en lo sólido. A través de los simbolismos quería otorgar al arte un sentido trascendental y al mismo tiempo universal.

lunes, 12 de febrero de 2007

¿Qué es la cultura?


Como sabéis, hoy por hoy trabajo como documentalista en una empresa. De alguna manera hago parte del engranaje cultural de la empresa, puesto que me encargo de gestionar y custodiar la documentación que ésta genera. Es la llamada gestión del conocimiento, que consiste en evitar que se pierda información una vez que los trabajadores abandonan su puesto de trabajo para encaminarse a otro. De esta manera, su bagaje y experiencia quedan registrados en el sistema como una fuente valiosa de información, que impediría en un momento dado volver a cometer los mismos errores, o que serviría para que la empresa siguiera progresando y evolucionando, más allá del punto donde el trabajador lo dejó.

De alguna forma me hace pensar en los puntos comunes que este hecho tiene con el periodismo cultural, el más apasionante y variado, según mi opinión. El periodismo cultural no sólo abarca el mundo de la literatura, el espectáculo, el cine, el arte, la música... es mucho más que todo eso.

La cultura es el conjunto de tradiciones y las distintas formas de entender y afrontar la realidad por un conjunto de personas, según su historia y lenguaje o lenguajes. La cultura es hablar de antropología, porque las distintas sociedades entienden la realidad de forma muy diferente, según sus recursos económicos, ubicación geográfica, educación e historia.

La era de la tecnología en la que vivimos ha sido crucial y un punto de inflexión en la manera de concebir la cultura. La revolución que ha supuesto la aparición de Internet ha acabado con las fronteras en el mundo de la educación y la información. Este hecho nos ha recordado que vivimos en un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, pero al mismo tiempo y paradójicamente, en un mundo donde las desigualdades se hacen cada vez más patentes, en función de quién tiene acceso a la información, y de cómo es capaz de asimilarla e interpretarla.

El mundo occidental comparte una serie de valores comunes tecnológicos cada vez más sólidos, y de alguna forma estamos asistiendo al nacimiento de una cultura de lo tecnológico, que en ocasiones nos esclaviza y otras nos proporciona posibilidades ilimitadas de conocimiento, en función de nuestra capacidad para digerir y escoger la información que más nos interesa.

El periodismo cultural abarca pues, según mi opinión, también el ámbito de lo tecnológico y lo científico y no se remite solo al campo de las humanidades y de las artes, tal y como siempre se ha concebido. Uniendo la cultura e Internet podemos acercarnos a lugares recónditos, conocer las noticias más actuales y candentes del momento. También es una forma de expresión distinta, mucho más libre y donde es posible la crítica y la protesta, así como la defensa de nobles causas.

El periodismo cultural tiene que ser el más cercano al pueblo, puesto que la cultura habla del estado de la sociedad, de si se encuentra más o menos enferma, de si progresa o se queda estancada. Ahora queda por reflexionar sobre que tipo de gente se preocupa por la cultura, y si de alguna forma el capitalismo ha hecho de la cultura un objeto más de consumo, sin concederle su valor real para la construcción de una sociedad sana que necesita de la reflexión y la evolución del pensamiento. Algo que en parte es posible gracias a la comunicación de un hecho cultural concreto.

sábado, 3 de febrero de 2007

La sensibilidad inteligente

Hoy es un gran día. En primer lugar porque no hay nada más estimulante que empezar un proyecto nuevo, una iniciativa que me permita darme a conocer en el sector de la comunicación y al mismo tiempo compartir mi pasión con amigos y aficionados, que desean liberarse a través de la escritura. Las palabras importan, pueden cambiarlo todo en función de como se digan y de que manera.
A través del nuevo periodismo se intenta cambiar la forma que tienen los medios de construir una noticia y de manipularla en función de intereses ideológicos y económicos. El periodista literario es quien tiene la sensibilidad y el conocimiento suficiente para transmitir una realidad social con los cinco sentidos, sin quitar importancia y negar esa parte subjetiva que sabemos que siempe existe. Esta sinceridad de lo subjetivo hace que un relato o una noticia transmitan más al lector que una noticia convencional. De esta forma se convierte en un alegato sincero de quien no omite detalles en lo referente a un suceso y aporta una riqueza nueva a la información, que no pretende ser la verdad, sino una versión de la verdad desde la experiencia personal, el estudio y la observación.

Periodismo literario, cine, arte y otros menesteres

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