Las previsiones empiezan a convertirse en hechos, las amenazas en peligros reales y tangibles. La sensibilización hacia un consumo responsable es cada vez más necesario en un mundo superpoblado, donde los recursos naturales empiezan a escasear. Esta vez no se trata de una lucha de bandos opuestos, ni siquiera de un enemigo invisible e indefinido. El llamado “primer mundo empresarial”, el creador de la llamada “sociedad de consumo” tendrá que usar esta vez sus seductoras armas comunicativas para convencer de que hay que consumir menos y más sabiamente. No se trata de producir más , sino de encontrar la utópica formula que permita un consumo y una distribución de los recursos inteligente y responsable, que beneficie a todos. Multinacionales y gobiernos son cada vez más consciente de ello, y desde el poder se promueven “Pactos por el Agua”, la aplicación de políticas de responsabilidad social corporativa, actos culturales en pro de la concienciación colectiva e individual. Esta vez está en juego la propia supervivencia. La guerra por el agua es ya un hecho y ha empezado a provocar las primeras polémicas y conflictos. En Cataluña el trasvase del Ebro es un ejemplo. Se trata no sólo de decidir quien necesita con más urgencia los recursos, sino también un método que permita hacerlo de manera limpia, justa y equitativa. Quizás sean demasiados los retos a superar en un plazo breve de tiempo. Y es precisamente esa contrarreloj la que no permite dar tregua a que los buenos deseos se conviertan a su vez en hechos. Quizás hay algo fundamental que cambiar en la sociedad, antes de que eso sea posible.
ara la llum és blanca
Hace 5 años